miércoles, 8 de agosto de 2007

Amor a primera vista


Los dos están convencidos que los unió un amor imprevisto.
Es hermosa esta certeza, pero la incertidumbre es aún más bella.
Ellos piensan que, de haberse conocido antes,
nada entre ellos hubiera sucedido.
Pero ¿qué dirían? sobre eso, las calles, escaleras y pasillos
en los que se han encontrado antes.

Quisiera preguntarles si lo recuerdan.
Tal vez en las puertas giratorias.
Quizá un día ¡cara a cara!
Tal vez, discúlpame, entre el tumulto.
Tal vez al levantar el teléfono, perdón, número equivocado.

Conozco sus respuestas.
Ellos, no recuerdan.
Pero todo principio es la continuación de los sucedido.

Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo,
la casualidad juega con ellos.

Una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino
que los acercaba y los alejaba,
que se interpuso en él su camino
y que reprimiendo la risa
se apartaba a su lado.
Hubo signos y señales,
pero ¿qué hacer, si no eran comprensibles?
Una hoja de árbol voló de hombro a hombro
hace tres años
o incluso el último martes.

Había algo perdido y algo encontrado.
Quién sabe si alguna pelota que cayó
en los arbustos de la infancia.
Todo inicio es la continuación de lo sucedido
y el libro de la vida siempre abierto.

Hubo picaportes y timbres
sobre los cuales un tacto
sé sobrepuso a otro tacto.
Había dos maletas juntas en la consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después del despertar.

Todo principio es la continuación de lo sucedido
y el libro de la vida siempre abierto a la mitad.

(Fin y Principio)

Amor a primera vista,
Wislawa Szymborska
Cuadernos de la feria.








sábado, 28 de julio de 2007

Boom Pam, Hatul veHatula


Un poco de música de Israel. Vale la pena, es un buen grupo.




viernes, 20 de julio de 2007

Confesión ante el lector


Seis años hace que no me confieso, seis años hace que no me enamoro y seis años hacía que no me inyectaban. Hoy he roto una de esas marcas, estoy enferma del estómago y me han tenido que inyectar. Estoy dispuesta a enamorarme, a ponerme las otras 9 inyecciones que me hacen falta, pero a lo que no estoy dispuesta es a confesarme.





lunes, 16 de julio de 2007

Los mails en cadena como terapia liberadora

Ya lo descubrí, me he dado cuenta que cada vez que me siento muy molesta y conflictuada, lo único que tengo que hacer para aliviar mi emoción es abrir mi correo y buscar los "mails cadena" que me han enviado, después se los reenvío varias veces a las personas que tienen la costumbre de enviar constantemente ese tipo de correos.

Creo que es enfermo, pero me ha funcionado.

martes, 3 de julio de 2007


Aquí está el muñeco. ¿Se parece a Jesús Malverde?

miércoles, 27 de junio de 2007

Me siento angustiada. Ayer fui a dar un rol por el Centro Histórico y cuando venía caminando sobre la calle de Madero se me ocurrió subir la vista hacia un edificio que anuncia con letras rosa fosforescente que es una "sex shop", de repente observé mejor y vi que de una de las ventanas del edificio colgaba un "muñeco hinchable", un coqueto muñeco de plástico con el abdomen descubierto y tanga azul. Me arrepiento de no haber llevado mi cámara fotográfica.
El viernes volveré al Centro porque quiero ver la exposición de Frida Kahlo y llevaré mi cámara, no para tomar fotos de la exposición, sino para fotografiar al galán hinchable. Espero encontrarlo todavía.

lunes, 25 de junio de 2007

Una pregunta inocente



Carnicero: - Señorita, ya la había visto pasar, pero no ubicaba bien en dónde vivía. Como que usted no es de aquí, oiga-
Yo: No señor, yo también lo había visto, pero no había podido presentarme, mi nombre es ..., vengo del D.F y estudié..., estoy escribiendo mi tesis sobre Tixmadeje-
Carnicero: - ah, mire, yo tampoco soy de aquí, soy de Conejeras, pero vivo en Acambay, nada más que aquí Silvia me está prestando el espacio para vender la carne-
Yo: - y, ¿cuál es su nombre?-
Carnicero: - usted me puede decir "Chulo"-
Yo: - ah, muy bien "Don Chulo", pero, ¿cuál es su nombre?-
Carnicero: - no, ya le dije que usted me diga Chulo, mire, mi carnicería se llama "El Chulada", y aquí tengo la mejor carne de la región-
Yo: - muy bien "Don Chulo", pues justo a eso vengo- (risas mías y de Doña Silvia)

miércoles, 20 de junio de 2007

25 x 48 ladrillos

Ya no habrá más encuentros de "amor" mensuales. Se ha terminado la incertidumbre, por el momento todo lo que me rodea es inminente. Ahora volveré a las prácticas anteriores: comenzaré por contar los ladrillos del salón de clases, los mosaicos del piso, de la regadera de mi casa, repasaré las líneas de mi mano con tinta negra y después las plasmaré en una hoja blanca y las observaré durante horas, tomaré un plumón y mataré el tiempo uniendo las pecas de mi cara y de mis codos.

sábado, 5 de mayo de 2007

Emprendiendo la aventura nuevamente




Soy necia, tengo casi 6 años de conocerlo y más o menos puedo saber la forma en la que se va a comportar, con esto no quiero decir que él sea una persona predecible, pero la historia más cercana lleva 8 meses y desde el primero todo se repite:

1. Nos vemos una vez al mes.

2. Durante la primer semana posterior a la que lo vi, lo extraño desorbitadamente y pienso que es posible una verdadera relación entre él y yo. En este momento es también cuando planeo las palabras que le diré la próxima vez que lo vea para plantearle que lo quiero (con amor, evidentemente)

3. Segunda semana. Lo sigo extrañando, pero me molesta no recibir noticias suyas, me cae mal.

4. Tercer semana. Lo detesto porque no se nada de él, sigo extrañándolo, pero también pienso fríamente en la situación y llego a la conclusión de que las cosas no van a cambiar a la forma en la que yo las quiero porque él no tiene interés.

5. Cuarta semana. He tomado la decisión de terminar esa relación, no puede ser más, sólo me tortura.

6. Quinta semana. Me llama por teléfono, dice cosas poco convincentes pero atinadamente prácticas. Corro a su encuentro. Cuando estoy con él no puedo decirle lo que siento, se nubla mi mente y mi corazón corre a la velocidad de un maratonista, cierro los ojos y permito que me transporte hacia él.

jueves, 26 de abril de 2007

Sobre los abrazos maliciosos


Hoy un conocido al saludarme me mantuvo entre sus brazos durante un largo tiempo, aproximadamente 5 minutos (tal vez menos, pero no lo se). Al poco tiempo que comenzó me sentí muy incómoda, pero no podía separarme porque las palabras no salían de mi boca, mi cuerpo se quedó petrificado y no podía mover los brazos para separarlo. Por algunos instantes pensé que tal vez él había muerto y que esa era la razón por la cual no se separaba, después sentí su respiración. Luego pensé que tal vez la muerta era yo y que había una pequeña fracción de segundos que pasaban para que dejara por completo la vida, pero me di cuenta que eso tampoco era real pues podía ver e identificar a la gente que estaba a mi alrededor.

Sus brazos no me apretaban tanto como para retenerme ahí, mis brazos ya no estaban sobre su espalda, habían caído, pero aún así no podía mover ningún músculo del cuerpo. Cuando las cosas volvieron a la normalidad pude mover el pie derecho para patearlo, separarlo de mi, lo miré enojada y me fui corriendo. Me invadió un fuerte sentimiento de tristeza y depresión, que sólo se quitó cuando llegué a casa y me bañé.

Tal vez estoy alucinando pero creo que su abrazo estuvo lleno de malicia y perversión, la sensación que me causó fue fatal.

Se que nunca más volveré a hablarle, inclusive pensar en él y en lo ocurrido me causa repulsión.

miércoles, 11 de abril de 2007

Iniciando transmisión III









Hablo dormida, desde niña lo he hecho, pero hacía muchos años que nadie se quejaba, de hecho estoy casi segura de que no hay motivos para quejarse de eso. Conozco gente que rechina los dientes, que despierta a media noche asustada porque se encuentra en un lugar diferente al que se acostó, que patea o jala las cobijas de su acompañante, personas que te expulsan de su cama sin querer; pero lo que cuento a continuación es algo de lo que nunca antes me había enterado.

Llegué a Acambay el sábado 31 de marzo, y fui a Tixmadeje hasta el lunes por la tarde. Cuando llegué a casa de Doña Juanita tuve que instalarme en su cuarto porque el otro estaba ocupado por uno de sus hijos y la familia de este, en total eramos 14 personas durmiendo en una pequeña casa con dos recámaras y cuatro camas --y de esto no me quejo pues aunque yo llevaba mi sleeping y bien podía dormir en el suelo, no me lo permitieron y me tocó cama, compartida, pero cama al fin y al cabo-- En el mismo cuarto en el que yo dormía estaban también, Doña Juanita y Alan Jesús --con quienes compartía la cama--, Juan Carlos, Chon, Toño, Valeria y Pablo.

La primera noche en Tixmadeje fue patética, me sentía asfixiada en una pequeña recámara con mucha gente, la segunda fue mejor, pues sabía que la situación no iba a cambiar y me resigné, pero la tercera creo que fue fantástica. Cené, conversé con la familia, obtuve información valiosa para mi tesis, me puse la pijama, lavé mis dientes, coloqué los tapones en mis oídos y dormí placenteramente hasta que en la madrugada una extraña sensación en el cuerpo me despertó a medias. Sabía que debía de controlarla pues si mis compañeros de habitación escuchaban podían asustarse e incluso solicitar al párroco de la iglesia me practicara un exorcismo. Estaba semidormida y no podía parar de reír, jamás me había pasado a esa hora, no había motivo, ni recuerdo haber estado soñando, simplemente reía y reía a carcajadas.

A la mañana siguiente, las quejas salieron de Juan Carlos, me preguntó los motivos de la risa y concluyó diciendo que al principio se aterró pues no recordaba que en esa habitación también estaba yo.

miércoles, 28 de marzo de 2007

Falsas creencias sobre el amor de una antropóloga

- ¡te quiero! -
- no te creo nada, los antropólogos sólo piensan y creen en relaciones de parentesco y relaciones sociales -
- ¡mierda, ya te he dicho que no!, si sigues voy a terminar creyendolo -

martes, 20 de marzo de 2007

Gran desatino


Leif, mi profesor con el que llevo el proyecto de investigación para mi tesis se va a Perú en unos días pues le corresponde su año sabático. Ayer mis amigos y yo nos reunimos en el Centro Catalán para despedirlo. Después de viajar durante 30 minutos en la línea azul del metro para llegar a mi destino (el metro Bellas Artes), acompañada por los aproximadamente 24 grados centígrados que hubo y habiendo ayunado desde una noche anterior para alimentarme cavernícolamente, llegué al restaurante. Entré y comencé a subir los dos pisos que tenía que recorrer, el calor y la sed me sofocaron. Gracias a la casi completa puntualidad de mis amigos en cuanto estuvimos reunidos la mayoría, decidimos ordenar una jarra de delicioso y fresco clericot que en cuando bebimos eliminó la sed y nos transportó al loco mundo de la ebriedad ya que ninguno había consumido alimentos y así poder desquitar los centavos que íbamos a gastar.

Nos dieron una mesa cerca del baño de mujeres y la cocina, pues el lugar estaba saturado. Posteriormente la mesera nos entregó el menú. ¡Oh, delicioso y abundante menú!, compuesto por: entrada, sopa aguada, paella o fideos secos, pescado, plato principal (carne), postre y café. Todo individual y por la moderada cantidad de $165. Había que entrarle de lleno y sin limitaciones. Yvar ya nos había advertido que este lugar es conocido por él como "el tragadero".

Yo personalmente decidí comer todo con excepción del plato principal, pues la paella en cuanto entró a mi estómago se expandió y lo saturó casi por completo.

Gran desatino. Después de reunirme con mis amigos para alimentarnos yo había hecho un compromiso individual, me encontraría con el chico con el que actualmente salgo para beber una copa, ir al cine y al final pasar la noche juntos en su departamento. ¡Casi fatal!, mi estómago estaba inflamado, mi mente recordaba con ansia todavía el clericot de la comida y las ganas por llegar al baño de mi casa eran totales, ¡necesitaba urgentemente un baño de confianza! y evidentemente ese no era el de mi actual relación de "amor". Después de efectuar las actividades que habíamos acordado con antelación llegó la hora de dormir y yo todavía no iba al baño.
¡Pobre!, creo que no fui la mejor compañía de sueños, ha de haber sufrido mucho, la ventaja es que como él es muy diplomático a la mañana siguiente no hizo mención alguna de lo que seguramente ocurrió en la madrugada, sólo despertó con una cara de complicidad alentadora la cual relacioné con los hechos.

sábado, 17 de marzo de 2007

El piropeador

Se que tal vez para muchas mujeres no es un placer lo que voy a contar a continuación pero para mi es algo que me intriga y en la mayoría de la las ocasiones me causa gracia.

Como ya he dicho anteriormente, acostumbro a viajar en transporte público porque no tengo auto, pero también disfruto mucho caminar. Camino sin prestar mucha atención a las distancias.

Por lo menos cada tercer día me pasa (y no por presumir, ja), que algún sujeto mientras voy pasando a su lado suelta alguna frase que podría ser considerada como "piropo": -scht, scht, ¡flaquita!-, -¡adiós, preciosa!- por ejemplo. Antes y por falta de práctica ante semejante situación, acostumbraba a voltear a ver al sujeto que había pronunciado "tan sentimentales palabras", aprendí que los fulanos que caen en esas conductas inmediatamente voltean la cara cuando se sienten observados por sus víctimas, cuando la mirada del venerado (a) busca la mirada del piropeador. En aquellos tiempos me preguntaba si acaso esos "hombres tan galantes" esperaban que yo les respondiera suplicando amor y ¿qué pasaría en todo caso si lo hiciera?, evidentemente no buscando entablar una relación con él, sino como mero fin de reconocimiento de la conducta.


El viernes al llegar a la ENAH me encontré con algunos amigos que me sonsacaron para ir a beber unos pulques a la famosa Nomás no llores en Xochimilco. Mientras caminabamos por la calle una amiga y yo contamos nueve sujetos que pasaban a nuestro lado recitandonos "bellas y coquetas frases ligadoras". Fue entonces cuando en complicidad con los otros amigos con los que íbamos decidimos hacer un experimento:


I. Carla y yo caminaríamos en forma común por los barrios de Xochimilco, mientras los chicos aproximadamente a seis metros de distancia protegerían nuestra aventura (en dado caso de que fuera necesario).


II. En cuanto un "caballero" nos dijera un "enunciado encantador", nosotras voltearíamos a sonreirle y posteriormente pronunciaríamos frases recíprocas hacia él.


Lamentablemente cuando ya teníamos el plan perfectamente trazado nuestro éxito con los hombres terminó. Muchos pasaron a nuestro lado sin decir nada, sin mirarnos. Nosotras nos entristecimos, mientras nuestros compañeros de aventura a carcajadas se burlaban.


viernes, 16 de marzo de 2007


Muy a menudo cuando viajo en transporte público, sobre todo cuando tengo que recorrer largas distancias mi mente transita por diferentes pensamientos. Me gusta observar a la gente, sus actitudes y sus movimientos, intentar sostener su mirada en la mía, para de esa forma imaginar la actividad a la que se dedican. Si tienen papeles en la mano o un libro intento leer parte de lo que dicen y así investigar sobre la vida de un desconocido que tal vez jamás vuelva a ver, o si lo hago, no lo recuerde.

Hay ocasiones en las que logro identificar algunos rostros desconocidos y de antaño, inclusive hay personas a las que constantemente me encuentro y no sólo en la ruta que recorro diario y a la misma hora sino en otros lugares como el cine, Coyoacán entre semana, algún bar en la Condesa o en mis largas caminatas por el Centro Histórico.

Ayer, fui a tomar un café con Fernanda y Lolín a una cafetería a la que nunca había ido antes. Cuando entré mis ojos recorrieron el espacio esperando encontrar a mis amigas, pero en su lugar encontré un rostro conocido sin nombre, un fulano al que constantemente veo en otros lugares a los que si asisto, un perfecto desconocido que por la práctica de verlo habitualmente ha tomado nombre, profesión y conducta en mi imaginario.

lunes, 5 de marzo de 2007

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj



Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo, con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -- no lo saben, lo terrible es que no lo saben--, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas, 1962.


Ayer domingo pasé un día medianamente malo, hasta las 2:00 a.m. aproximadamente. Estando acostada en mi cama leyendo un texto sobre la modernidad, en el cual no estaba poniendo casi atención, sentí en el estómago y en la boca el antojo por algo dulce. Decidí bajar a la cocina y abrir el refrigerador para ver qué me encontraba. ¡Oh sorpresa!, un delicioso flan de vainilla me sedujo de inmediato. Subí con el hacia mi cuarto, pero antes de abrirlo eché un vistazo en mi librero, tal vez también encontraría ahí algo que me hiciera olvidar las ilusiones y falsas esperanzas de la modernidad. En el tercer peldaño, de arriba hacia abajo, los libros de Cortázar, inmediatamente tomé Historias de cronopios y de famas. Regresé a mi cama con el flan y la cuchara en la mano izquierda y con el libro en la derecha, me arropé y lo abrí aleatoriamente, esperando encontrar alguno de los apartado del Manual de instrucciones. Comencé a leer las Instrucciones para subir una escalera y terminé releyendo todo hasta Las líneas de la mano. Como había tenido un mal día, en el instante en el que comencé a leer mi mente se despejó, olvidé las razones por las cuales había hecho berrinche y me concentré completamente en lo que leía. La risa en un primer momento, dando paso a las carcajadas y al final para culminar las lágrimas, esas que también salen cuando una persona está demasiado contenta. Que tranquilidad, mi día terminó de forma opuesta a como comenzó, lo único que me parece es que a Cortázar le falto escribir las Instrucciones para reir.

domingo, 18 de febrero de 2007

El viernes platicando con un amigo y teniendo como escenario la noche y una caja de caguamas Indio que él había comprado una semana antes para hacer en su casa una parrillada, hablabamos acerca de todo y nada. Me preguntaba sobre el estado de mi actual relación de "amor" (la cual en verdad es casi inexistente) y sobre si estaba dispuesta a volver a enamorarme. Honestamente, es algo que tiene más de 6 años que no hago, creo que he perdido la práctica y que mi lado del cerebro que se encarga de esas cuestiones está atrofiado. Pero no se si lo que pasa es que, o tengo en mi mente un "tipo ideal" que todavía no ha aparecido en la realidad y que tal vez nunca aparezca, que siempre elijo al hombre equivocado, o que tal vez ahora entiendo la dinámica de las relaciones sociales y la unilateralidad que encierran y es por eso que desconfío de la existencia del amor equilibrado, del amor objetiva y subjetivamente bilateral, del amor entendido como una práctica y ejercicio mutuo.
La relación que tengo actualmente no se reúne más que para alimentarse de concupiscencia. He de confesar que sí, estoy deseosa de compartir más que eso, de recordar lo que significa la monotonía de doblarse de risa, de emprender un viaje de fin de semana hacia cualquier lugar sin rumbo establecido, guardando en la cajuela del auto dos bolsas de dormir, una mochila con pasta y cepillo de dientes, desodorante y sobre todo la certidumbre de la tranquilidad permanente ocasionada por dormir abrazada del hombre al que en ese momento y durante varios años o tal vez el resto de la vida pueda amar.
..."No es la necesidad, sino la casualidad la que está llena de encantos. Si el amor ha de ser inolvidable, las casualidades deben de volar hacia él desde el primer momento"...
- ¿Cuál es tu color favorito?-
- verde-
- Que casualidad, también es el mío-

lunes, 8 de enero de 2007



Cusarare, Chihuahua. Diciembre de 2006.
Ayer finalizaron las vacaciones de invierno. La ENAH nos da aproximadamente tres meses de descanso en esta temporada, sólo que lo mejor para un antropólogo es utilizar ese tiempo para completar los días de práctica de campo a los que nos obligan curricularmente.

Es interesante escuchar a los amigos y compañeros hablar acerca de sus proyectos de investigación y los lugares en los que lo realizarán y así ocurre cada vez que dará inicio una temporada vacacional, los profesores y directores de PIF solicitan a sus alumnos un resúmen del proyecto que dará fin a los cuatro años de carrera. Muy a menudo, cuando comienzan las vacaciones la escuela se llena de back packs y bolsas de dormir (así es como viaja al principio y constantemente al final un antropólogo)y es cuando sabemos que esa temporada llena de magia y aventuras se acerca. La fila para cobrar los pocos viáticos de investigación que nos otorga el INAH es casi interminable, una cantidad irrisoria, $20 diarios durante un mes, que hacen un total de $600, cantidad que por lo general no nos alcanza ni para el pasaje en autobús, pero bueno, por lo menos todavía hasta el semestre anterior nos daban esa cantidad, cosa que no se si ocurrirá al terminar este semestre ya que el presupuesto que se le otorga al CONACULTA ha disminuído.

Yo en lo particular he decidido desde hace un año trabajar mi investigación en el Estado de México, en una comunidad otomí que por el momento no me demuestra más que una gran pérdida de su identidad. Posteriormente fui a Chihuahua, estuve con mis compañeros de PIF grabando un documental sobre la fiesta de la Virgen de Guadalupe entre los indígenas raramuri del Ejido de Cusarare.

Honestamente me causa una gran melancolía sentir el final de un viaje, darme cuenta de que aunque haya planeado mis preguntas con anticipación al último siempre se olvida realizar alguna y por el momento ya es demasiado tarde para volver.

Hoy volví a la siempre combativa Escuela Nacional de Antropología e Historia y el gusto que sentí al pisar su suelo sólo se puede comparar al placer que experimento cada vez que salgo de práctica de campo. Veamos ahora que le depara al futuro de mi antropología.