martes, 20 de marzo de 2007

Gran desatino


Leif, mi profesor con el que llevo el proyecto de investigación para mi tesis se va a Perú en unos días pues le corresponde su año sabático. Ayer mis amigos y yo nos reunimos en el Centro Catalán para despedirlo. Después de viajar durante 30 minutos en la línea azul del metro para llegar a mi destino (el metro Bellas Artes), acompañada por los aproximadamente 24 grados centígrados que hubo y habiendo ayunado desde una noche anterior para alimentarme cavernícolamente, llegué al restaurante. Entré y comencé a subir los dos pisos que tenía que recorrer, el calor y la sed me sofocaron. Gracias a la casi completa puntualidad de mis amigos en cuanto estuvimos reunidos la mayoría, decidimos ordenar una jarra de delicioso y fresco clericot que en cuando bebimos eliminó la sed y nos transportó al loco mundo de la ebriedad ya que ninguno había consumido alimentos y así poder desquitar los centavos que íbamos a gastar.

Nos dieron una mesa cerca del baño de mujeres y la cocina, pues el lugar estaba saturado. Posteriormente la mesera nos entregó el menú. ¡Oh, delicioso y abundante menú!, compuesto por: entrada, sopa aguada, paella o fideos secos, pescado, plato principal (carne), postre y café. Todo individual y por la moderada cantidad de $165. Había que entrarle de lleno y sin limitaciones. Yvar ya nos había advertido que este lugar es conocido por él como "el tragadero".

Yo personalmente decidí comer todo con excepción del plato principal, pues la paella en cuanto entró a mi estómago se expandió y lo saturó casi por completo.

Gran desatino. Después de reunirme con mis amigos para alimentarnos yo había hecho un compromiso individual, me encontraría con el chico con el que actualmente salgo para beber una copa, ir al cine y al final pasar la noche juntos en su departamento. ¡Casi fatal!, mi estómago estaba inflamado, mi mente recordaba con ansia todavía el clericot de la comida y las ganas por llegar al baño de mi casa eran totales, ¡necesitaba urgentemente un baño de confianza! y evidentemente ese no era el de mi actual relación de "amor". Después de efectuar las actividades que habíamos acordado con antelación llegó la hora de dormir y yo todavía no iba al baño.
¡Pobre!, creo que no fui la mejor compañía de sueños, ha de haber sufrido mucho, la ventaja es que como él es muy diplomático a la mañana siguiente no hizo mención alguna de lo que seguramente ocurrió en la madrugada, sólo despertó con una cara de complicidad alentadora la cual relacioné con los hechos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Existe una inexplicable relación entre la escuela de Frankfurt y ... los baños. Ya Benjamin, hablando de la construcción permanente de significado, afirmaba que los recuerdos son un baño y en definitiva, para Habermas la comunicación era esa cosa que, finalmente, tendería a acabar en aquel recinto. jejeje.

Llegado el caso, esa herramienta de tan precisa utilización, pudiera muy bien servir de escusa, o escusado, para digamos, creer o reventar.

un abrazo: vic.

AntropoTats Tovarich dijo...

ja, Vic, eres genial. Espero que este chico me escuse.

A.V. dijo...

que no es el centro castellano?

AntropoTats Tovarich dijo...

estás en lo correcto querido a.v. sólo que no quería hacer publicidad del lugar