lunes, 11 de octubre de 2010

Tata

Para mi, nuestros únicos y verdaderos dioses son nuestros muertos.

domingo, 28 de septiembre de 2008

¡Radicalmente revolucionaria! o Antropóloga comprando en Antara


Los nuevos trabajos nos dan la posibilidad de explorar en terrenos que no conocemos, abrir nuestros entendimientos a contextos nuevos, pero también nos dan un regalo extra -a parte del sueldo, que evidentemente no es un regalo, sino la práctica de la alienación y la explotación-, nos generan nuevas angustias.

Tengo un mes y medio de trabajar en una empresa que hace Consultoría, -jaja-, yo me preguntaba también lo mismo, ¿consultoría en qué?, ¿para qué quieren una antropóloga que sólo ha hecho investigación sobre pueblitos indígenas?. La pregunta aún no puedo responderla en su totalidad, o bueno, más bien si puedo, pero no me encanta porque traiciona mis principios de ¡tierra y libertad!, ¡todos todo!, ¡radicalmente revolucionaria!
Mis máximas a la coladera, debo vestir y comportarme como una persona sapiente pero que también transite por la frivolidad y guste de ir a Antara -digo, no es que me moleste, pero al final me está convenciendo-.

Mi jefe, una antropólogo dual*, se ríe de mi, sabe que por mi mente "ululan" esas contradicciones -anomalías- en mi personalidad -de hecho creo que por eso me contrató-. Todos los días habla conmigo, me interroga sobre lo que pienso y me obliga a formular juicios sobre mis compañeros de trabajo, necesita que vea en donde los otros no ven, me hace coaching...

¡Mierda! y es cuando descubro otra vez que el hilo de la resistencia es endeble.

*antropólogo que gusta de vestir de Prada y creer que en el campo no hay explotación, sino prácticas emprendedoras, que lee a Lipovetsky, Bordieu, Geertz y Thomas Kuhn, entre otros autores y les da una aplicación en el mundo de los negocios.

viernes, 13 de junio de 2008




Que fregonería, todavía tengo corazón... y la mente sigue.
"... no es la necesidad sino la casualidad la que está llena de encantos..."

lunes, 26 de mayo de 2008

Salud mental

Sí, sí, la salud mental debe de ser primero, pero ahí estaba yo otra vez.


- Que lunar tan raro tienes ahí -

- No es un lunar, es un tatuaje. ¿Alguna vez habías visto un lunar con esta forma y en este color? -

- Ah!, no me había dado cuenta, creí que era un lunar -

- Tenemos años de conocernos y hasta ahorita te das cuenta -







domingo, 27 de abril de 2008

Ollin Kan 2008

Mi primer semana de chamba en el Ollin Kan transcurrió muy bien, conviví con el grupo "Nour" (Olalla, Yacine, Marc, Manolo, Steph, Rubio, Pablo, Joni, Amparo y Jara), estoy aprendiendo de logística, he abierto mis gustos hacia música que creía que no me agradaba y he afinado mi oído al catalán.

Lo mejor de la semana espero que ocurra en el reven de al rato.

Lo más divertido, escuchar a todos los integrantes del grupo corear las canciones de RBD, incluyendo a Pablo, el ex baterista de "Todos tus muertos" en el autobus regresando de un concierto en el Centro Cultural Indianilla.

El hilo de la resistencia es endeble.

www.myspace.com/nouryacine

martes, 15 de abril de 2008

No importa cuántas posibilidades tenga



Me fascina la incertidumbre controlada.

Noche de lucha en La México




El espacio plagado de aromas a garnachas me recuerda un poco el antojo que tengo de comer un sope y beber una Lulú roja, ese refresco que acostumbraban tomar mis papás cuando eran niños.


Tal vez, y no lo sé de cierto aún, pero recuerdo que en alguna ocasión mi mamá me platicó acerca de las noches de viernes, en las que se juntaba con mis tíos a intentar ver por la televisión la lucha libre, que se transmitía por canal 4 ó 9, y digo intento porque sé que mis abuelos en cuanto veían que sus hijos observaban los combates, inmediatamente se acercaban a apagar la televisión o a cambiar el canal, sin embargo también sé, que estas encrucijadas por apagar el televisor no tenían fin, porque en cuanto dieran la vuelta los abuelos para continuar con sus actividades, los niños a escondidas volvían a prender ese aparato mágico que los transportaba inmediatamente a otras dimensiones y mundos irreales, alejados de la rutina diaria de la escuela, la iglesia dominical y las labores hogareñas. La razón por la cual mis abuelos no dejaban a mi mamá y a mis tíos ver las luchas se debía a la creencia de que este tipo de oficios no podían dar más que un mal ejemplo, en el cual se observaba la brutalidad de la esencia humana.


Ya no importa ahora eso, estos recuerdos han quedado atrás, mi necesidad de tener en la boca estos alimentos me hace olvidar a mi familia y recordar que en este momento me encuentro haciendo eso prohibido, aquello que seguramente mis tíos desearon con ahínco algún día en su infancia poder vivir.


¡No, me niego rotundamente a dejar a un lado los recuerdos!, otra vez el sabor de la Lulú roja me lleva a mi familia y a mi infancia. Cuando tenía aproximadamente 7 años los sábados o domingos por las tardes me sentaba en el cuarto de mis papás a ver la lucha libre, la que más me gustaba era de enanos (sin hacer referencia a los estudiantes de la ENAH), en los comerciales corría a cambiar mi ropa por un leotardo rojo herencia de una prima, también me ponía una peluca rubia, que en realidad era la cabellera de una muñeca Barbie gigante, creía que esta indumentaria me haría sentir más ad hoc con lo que estaba observando, mi papá se sentaba a ver este show conmigo, él también cambiaba su ropa a un short de tela de toalla rojo y una camiseta blanca, subíamos el volumen de la tele y fingíamos ser luchadores, él “técnico” y yo “ruda”, peleábamos sobre la cama intentando según nosotros imitar las maromas y las técnicas luchísticas, casi siempre se dejaba caer a la alfombra y yo orgullosa culminaba la actuación gritando: -mascarita sagrada ha ganado nuevamente-.