domingo, 28 de septiembre de 2008

¡Radicalmente revolucionaria! o Antropóloga comprando en Antara


Los nuevos trabajos nos dan la posibilidad de explorar en terrenos que no conocemos, abrir nuestros entendimientos a contextos nuevos, pero también nos dan un regalo extra -a parte del sueldo, que evidentemente no es un regalo, sino la práctica de la alienación y la explotación-, nos generan nuevas angustias.

Tengo un mes y medio de trabajar en una empresa que hace Consultoría, -jaja-, yo me preguntaba también lo mismo, ¿consultoría en qué?, ¿para qué quieren una antropóloga que sólo ha hecho investigación sobre pueblitos indígenas?. La pregunta aún no puedo responderla en su totalidad, o bueno, más bien si puedo, pero no me encanta porque traiciona mis principios de ¡tierra y libertad!, ¡todos todo!, ¡radicalmente revolucionaria!
Mis máximas a la coladera, debo vestir y comportarme como una persona sapiente pero que también transite por la frivolidad y guste de ir a Antara -digo, no es que me moleste, pero al final me está convenciendo-.

Mi jefe, una antropólogo dual*, se ríe de mi, sabe que por mi mente "ululan" esas contradicciones -anomalías- en mi personalidad -de hecho creo que por eso me contrató-. Todos los días habla conmigo, me interroga sobre lo que pienso y me obliga a formular juicios sobre mis compañeros de trabajo, necesita que vea en donde los otros no ven, me hace coaching...

¡Mierda! y es cuando descubro otra vez que el hilo de la resistencia es endeble.

*antropólogo que gusta de vestir de Prada y creer que en el campo no hay explotación, sino prácticas emprendedoras, que lee a Lipovetsky, Bordieu, Geertz y Thomas Kuhn, entre otros autores y les da una aplicación en el mundo de los negocios.